Las historias que trascienden por una cabeza son inimaginables para una persona que no conoce la verdad de las fantasías que puedo llegar a codiciar. Pasan relatos e invenciones vanas que no se asemejarían a una verdad realista sino a una simple añoranza de unos brazos cálidos y unos labios delgados. Las palabras dichas en aquellos sueños solo se acercan, en cierta medida, a todo aquello que se anhela que pronuncie la boca del ser amado. Pero en algún punto de esa cálida creación de la imaginación, llega la desdicha, donde se recuerda la verdad de la situación y todo aquello se derrumba, caen los dibujos y las pinturas, las frases y oraciones, los abrazos y los besos, al fin y al cabo, solo fue un deseo íntimo con alguien que amamos pero no se es posible estar.