Este proyecto del diario, que duró aproximadamente dos meses, fue un estallido de emociones. Cada día habían sentimientos difusos, encontrados, indescifrables o inexplicables que me habitaban y con ello, habitaban mi qué hacer.  Empecé a hacer este diario porque sentí el lenguaje insuficiente para contarme, sentí el ambiente asfixiante por lo cual tuve que acudir al bordado y tomarlo como salvavidas en momentos donde el cuerpo se desacomoda en el encierro. Me gusta el proceso, me gustó la idea de la temporalidad, de lo amorfo, de lo corpóreo.  Para mí fue un enredo de sentimientos y emociones producidas por la situación y expresadas en los retazos, en pedazos sobrantes de tela que habitan mi casa, que en principio son sobras y luego empiezan a ser el espacio que me puede rehabitar. Como es normal, hay muchas contradicciones en mi que tal vez el diario se quiso aproximar, que tal vez quise representar. Algo como un lugar de difícil acceso, transito y salida fueron mis sentimientos al momento del desarrollo, como un laberinto.